
La primera moto siempre se recuerda como algo especial. Pasa el tiempo y lo más probable es que haya pasado a manos de otro, en el mejor de los casos o que acabe en el desguace. Está será reemplazada por otra, seguramente de mayor cilindrada, pero siempre recordaremos aquella con la que aprendimos. Sólo nos queda y pasados los años, el poder ver otra y decir con nostalgia, -yo tuve una igual-.
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